Como su nombre indica, en la terapia de pareja se trabaja con las dos personas que forman parte de ella.

Tal como la abordamos desde la perspectiva gestáltica, esta terapia será más beneficiosa si cada miembro de la pareja entiende que trabajar lo que les sucede entre ambos va a suponer también un crecimiento, no solo para la pareja, sino también para sí mismos. Cuando las dos personas pueden crecer y realizarse dentro de la relación, el aprendizaje vital también se da de forma significativa en su seno.

Consideramos que dos personas se unen en una relación amorosa, cada una desde su propia estructura de personalidad sustentada por mecanismos defensivos y automáticos que forjó en su desarrollo infantil. El encaje de estos sistemas supone que cada persona se pueda confrontar consigo misma, esta vez apoyadas en el amor que se tienen, lo cual posibilita una transformación de la relación.

A veces, cuando esos anclajes no se pueden suavizar, la mejor opción será la separación. Sin embargo, todo lo que se haya podido reconocer como propio, cada parte de la pareja se lo lleva consigo, para sí y para sus otras relaciones. Facilita la reducción de la repetición automática.